Transporte Outlook
Tecnologías verdes: un catalizador clave de las inversiones en transporte
15-01-2021
Andrian R. Dacy
El futuro del transporte será muy distinto de lo que era en el pasado en un aspecto esencial: los participantes de mayor tamaño y estabilidad con acceso a una base de capital más selectiva y una clara orientación hacia la sostenibilidad medioambiental serán los líderes del sector.
Durante la década previa a la crisis financiera mundial, el ámbito del transporte se vio inundado de capital. En este contexto de liquidez abundante y a bajo coste, los pedidos de nuevos activos se dispararon. Estos excesos se concentraron en los ámbitos de la aviación, el ferrocarril y el transporte marítimo. Por ejemplo, antes de 2008, el libro de pedidos global del transporte se había disparado hasta máximos históricos (GRÁFICO 1). Cuando estalló la crisis financiera mundial, los prestamistas protagonizaron una «huida a la calidad», y el sector se adentró en un periodo de sobrecapacidad y reducción de los beneficios. El crecimiento de la capacidad fue más comedido en la aviación como consecuencia de las limitaciones naturales derivadas del hecho de que la fabricación de aeronaves a escala global está en manos de solo dos empresas. Sin embargo, el impacto de la crisis financiera global y, más recientemente, de la pandemia de COVID-19, ha derivado en un contexto de limitación de la demanda en la aviación, con la consiguiente salida del sector de un gran número de inversores oportunistas.
En los últimos diez años, también se ha dejado notar el efecto de los cambios normativos tras la Gran Recesión, especialmente sobre la actividad de arrendamiento de los prestamistas tradicionales. Como consecuencia de las nuevas normativas promulgadas tras la crisis financiera mundial y las presiones del mercado, los bancos abandonaron el arrendamiento para centrarse en los préstamos a un cada vez más reducido grupo de prestatarios de gran solidez. Esto ocasionó ciclos de pedidos «más uniformes» (especialmente en el segmento del transporte marítimo), una mejora del equilibrio entre oferta y demanda, y un sector de transporte más estable encabezado por actores cada vez más grandes. Conforme la pandemia de COVID-19 se vaya mitigando en 2021, es probable que veamos cómo el grupo de aerolíneas mejor capitalizadas habrá arañado cuota de mercado a sus rivales más débiles.
GRÁFICO 1: El equilibrio entre oferta y demanda ha mejorado en la última década
Libro de pedidos globales como porcentaje de la flota
Una necesidad imperiosa de capital
La solidez financiera ha sido siempre un factor importante en este sector de gran densidad de capital. El acceso al capital es fundamental para la participación, especialmente en el segmento del arrendamiento de larga duración, donde cada activo puede llegar a costar hasta 200 millones de USD. De hecho, se estima que el coste de financiación de la aviación y el transporte marítimo durante la próxima década ascienda a alrededor de 3,5 billones de USD. La depreciación y las vidas útiles finitas de los activos de transporte crean una necesidad de renovación constante y los consiguientes requisitos de financiación (los activos suelen depreciarse entre un 3% y un 4% anual). Sin embargo, la solidez del capital es, si cabe, más importante ahora dada la acuciante necesidad de inversiones en tecnologías medioambientalmente sostenibles. De hecho, las partes interesadas de todos los sectores (propietarios, usuarios finales, reguladores, inversores y financiadores) están cada vez más centrados en la sostenibilidad.
Las empresas con un amplio acceso a capital estarán mejor posicionadas para realizar las inversiones necesarias en soluciones tecnológicas limpias. Dicha tecnología tiene un coste elevado, lo cual refuerza la necesidad de contar con capital adicional para sustituir los activos conforme van envejeciendo. Además, el vínculo entre solidez de capital y sostenibilidad medioambiental se reforzará recíprocamente conforme las oportunidades de financiación y arrendamiento en el sector pasen a relacionarse en mayor medida con el desempeño en materia ambiental, social y de gobernanza (ASG). Al igual que los bancos prefieren prestar a propietarios bien capitalizados con buenos historiales de sostenibilidad, los usuarios finales (conglomerados globales, empresas públicas, empresas de energía, etc.) que pretenden arrendar activos de transporte durante periodos largos prefieren trabajar con arrendadores estables y de gran tamaño que posean unas credenciales de ASG sólidas.
Para hacer que el sector sea más sostenible, están desarrollándose diversas soluciones con el objetivo fundamental de mejorar la tecnología de motores y reducir las emisiones. Los avances están en marcha mediante el desarrollo de métodos de propulsión con una menor huella de carbono, como el gas natural licuado (GNL), el hidrógeno y diversos combustibles sintéticos de bajas emisiones.
A este respecto, cabe mencionar un éxito reciente en el ámbito del transporte sujeto a criterios ASG: la adopción de sistemas de tratamiento de aguas de lastre dentro del sector del transporte marítimo. Estos sistemas «limpian» el contenido de los depósitos de agua de lastre de los buques comerciales neutralizando los organismos biológicos presentes en ellos. De esta forma, se evita la propagación de organismos que pueden convertirse en especies invasoras, una consideración medioambiental cada vez más importante.
¿Es posible alcanzar las cero emisiones en el Transporte marítimo?
El sector está centrado en cumplir la nueva normativa impuesta por el regulador global, la Organización Marítima Internacional (OMI) Una de las normativas más importantes, que entró en vigor en enero de 2020, exige que todos los buques utilicen un combustible muy bajo en sulfuros en lugar de los denominados «bunkers» marinos. De este modo, se ha conseguido reducir sustancialmente y de un plumazo las emisiones de óxido de nitrógeno y óxido sulfúrico. El objetivo a largo plazo de la OMI es reducir las emisiones en un 50% (en relación con los niveles de 2008) de aquí a 2050.
A fin de avanzar en su sostenibilidad, el sector está tomando medidas provisionales mediante la adopción de combustibles de transición como el GNL, que en última instancia podrían servir de puente hacia las soluciones de cero emisiones como el hidrógeno o el amoniaco.
En busca de soluciones ampliables y sostenibles
Hasta qué punto son realistas las nuevas tecnologías en el sector del transporte es un extremo que aún está por confirmar. Aunque los motores alimentados mediante hidrógeno o amoniaco podrían ser una opción para los buques, su implementación requerirá del desarrollo de una infraestructura de repostaje a nivel global. Tal y como hemos comentado, serán las empresas más grandes y mejor capitalizadas las que puedan financiar estas mejoras y, al hacerlo, acelerarán probablemente la consolidación del sector. El sector de la aviación de larga distancia, donde los combustibles sintéticos o los biocombustibles son las alternativas más plausibles, se enfrenta a retos similares.
Por otra parte, la generación de energías renovables, presenta tanto un desafío como una oportunidad. Aunque la generación eólica puede resultar impredecible, existe la posibilidad de instalar plantas de hidrógeno o combustibles sintéticos a pequeña escala a lo largo de las líneas de transmisión para utilizar la energía excedente en horas valle (siempre y cuando no vaya a utilizarse para otros fines). También se están desarrollando soluciones similares para la transmisión de energía solar excedente. Con la mejora en las capacidades de las baterías, las opciones de almacenamiento aumentarán, proporcionando con ello una flexibilidad adicional a la generación de energía sin carbono futura para el sector del transporte.
Previsiones optimistas: un impulso coordinado Hacia la reducción de las emisiones de carbono
¿Qué tecnologías tendrán más peso en el futuro? ¿Quiénes podrán realizar las inversiones necesarias para que el sector sea más sostenible? Estas son algunas de las preguntas fundamentales a las que se enfrenta la industria del transporte. Sin duda, el hecho de que los bancos estén priorizando la financiación de iniciativas basadas en criterios ASG y respaldadas por participantes del sector de gran tamaño y adecuadamente capitalizados resultará de ayuda. De hecho, comienza a surgir un círculo virtuoso en virtud del cual los bancos, los grandes propietarios de activos y los usuarios finales de alta calidad están centrados, en todos los casos, en cooperar para reducir las emisiones de carbono y fomentar la sostenibilidad.
Pero, ¿cuáles son los riesgos que amenazan estas previsiones generalmente positivas? La reaparición de capital indisciplinado, que recuerda a las tendencias de comienzos de los años 2000, podría suponer una vuelta del exceso de pedidos y, potencialmente, obstaculizar las iniciativas sostenibles. Por otra parte, los bajos precios del petróleo podrían provocar retrasos o variaciones en la adopción regional o las estrategias neutras en carbono. Sin embargo, recientemente los mercados emergentes han puesto de manifiesto su notable compromiso con la sostenibilidad, lo cual mejora las perspectivas a largo plazo. En general, consideramos que los inversores pueden encontrar buenas oportunidades en un sector del transporte cada vez más propenso a la adopción de objetivos de sostenibilidad y que ofrece rentabilidades a largo plazo atractivas y predecibles.