La evolución de la inversión sostenible
Con 2024 ya en marcha, quería tomarme un momento para reflexionar sobre la evolución del panorama de inversión sostenible durante el último año y las oportunidades que podrían tener por delante los inversores que persiguen objetivos sostenibles, además de rendimientos financieros.
Si bien la implementación de soluciones sostenibles, en particular las tecnologías de energía limpia necesarias para descarbonizar la economía global, se vio desafiada en 2023 por el aumento de los tipos de interés y los problemas en las cadenas de suministro, también hubo avances positivos. Por ejemplo, una mejora significativa en los estándares del mercado global, aprovechando años de esfuerzos intersectoriales para introducir coherencia global y una mayor transparencia en la medición, la divulgación y la presentación de informes sobre sostenibilidad. Al mismo tiempo, las decisiones de política global y una regulación más estricta han seguido influyendo en las oportunidades que ofrece la inversión climática.
El panorama de la inversión sostenible se está volviendo más complejo, pero creemos que aquella sigue siendo un importante impulsor del cambio en la industria. También vemos una gama cada vez más diversa de oportunidades que los inversores con objetivos de sostenibilidad pueden intentar aprovechar. A continuación, describo cinco temas que J.P. Morgan Asset Management cree que ayudarán a dar forma a las oportunidades de inversión sostenible en 2024, además de información sobre las perspectivas de inversión sostenible de nuestros gestores de carteras sostenibles de las diferentes clases de activos.
Cinco temáticas
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1. El entorno político y regulatorio global será más propicio
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2. Los estándares del mercado se desarrollarán aún más y comenzarán a converger
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3. El foco de los objetivos de descarbonización de los clientes pasará del compromiso a la implementación
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4. Será necesario valorar con mayor precisión los riesgos climáticos y naturales
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5. La definición de inversión sostenible se ha ampliado y seguirá evolucionando
El año pasado estuvo dominado por una política industrial liderada por el Estado centrada en la necesidad de acelerar la transición verde y mitigar los efectos del cambio climático, por ejemplo, con la Ley de reducción de la inflación en Estados Unidos y el Plan industrial del Pacto verde de la Unión Europea. Si se quieren implementar los principales acuerdos anunciados en la COP28 a finales de año, en particular, la ambición de triplicar la capacidad renovable global y duplicar la tasa de mejora de la eficiencia energética para 2030, las políticas públicas deberán seguir apoyando a las empresas que están permitiendo la construcción de sistemas de energía eficientes y limpios.
Sin embargo, una política de apoyo no es el único requisito para hacer posible la transición energética. El entorno regulatorio también deberá desarrollarse y apoyar en mayor medida los objetivos de transición energética. Estamos empezando a ver señales positivas de que se está abordando la cuestión de la fragmentación regulatoria entre jurisdicciones, por ejemplo, con el establecimiento y la adopción inicial de los estándares de divulgación climática y de sostenibilidad del Consejo de Normas Internacionales de Sostenibilidad (ISSB). Mientras tanto, los regímenes de etiquetado de productos de inversión, como los requisitos de divulgación sostenible (SDR) de la Autoridad de Conducta Financiera del Reino Unido (FCA) han comenzado a superar las regulaciones de divulgación de primera generación sobre temas relacionados con la sostenibilidad, como el Reglamento sobre la divulgación de información relativa a la sostenibilidad en el sector de los servicios financieros (SFDR). Es importante destacar que el reconocimiento por parte de los SDR del Reino Unido de la "transición" como un objetivo viable de inversión sostenible debería posicionar mejor a las empresas que aún no son "verdes", pero que están en camino de volverse más sostenibles. Este reconocimiento ayudará a aclarar los diferentes enfoques que los inversores pueden utilizar para contribuir significativamente a unos objetivos sostenibles. En 2024, nos centraremos en proporcionar vías para dirigir el capital hacia estas diversas categorías de inversión sostenible, incluidos los objetivos de transición, para aquellos clientes que así lo deseen.
Unas normas bien diseñadas para la divulgación de información sobre sostenibilidad también desempeñan un papel importante a la hora de apoyar el crecimiento de la inversión sostenible. Sin unas divulgaciones significativas, los inversores no tendrán la información que necesitan para medir el desempeño de sostenibilidad de una empresa. En 2024, esperamos ver una mayor adopción de los estándares de sostenibilidad y divulgación climática del ISSB, con las recomendaciones del Grupo de Trabajo sobre Divulgación de Información Financiera relacionada con el Clima (TCFD) ya plenamente integradas en los estándares del ISSB. Continuará el debate sobre la divulgación de las emisiones de carbono de alcance 3 y la Directiva sobre información corporativa en materia de sostenibilidad (CSRD) de la Unión Europea liderará el fomento de que las empresas incluidas en el alcance rindan cuentas acerca de las emisiones de su cadena de valor y, con el tiempo, comiencen a divulgarlas. Sin embargo, queda por ver cómo abordarán esta cuestión los reguladores de otras jurisdicciones, como Estados Unidos. La información sobre sostenibilidad disponible para los inversores a partir de estas divulgaciones debería mejorar aún más con el tiempo y respaldar la canalización de capital hacia sus objetivos sostenibles, cuando así lo deseen.
Otra área donde la estandarización está aumentando es en los mercados de carbono, que pueden ser una herramienta importante para los inversores que buscan fomentar una mayor descarbonización de la economía. Varias organizaciones normativas, incluida la Organización Internacional de Comisiones de Valores (IOSCO), han propuesto normas tanto del lado de la demanda como del lado de la oferta que, si se siguen ampliamente, deberían ayudar a mejorar la credibilidad después de las turbulencias de 2023, cuando una serie de revelaciones socavaron la confianza en el mercado voluntario de carbono. Los propios proveedores de créditos de carbono también están trabajando para garantizar la integridad de sus proyectos, y seis de los mayores registros de créditos de carbono firmaron un compromiso para mejorar la transparencia en la COP28. En este contexto, continuaremos siguiendo las oportunidades vinculadas a la evolución de los mercados globales de carbono, así como el desarrollo del panorama regulatorio general en materia de sostenibilidad.
Dado que numerosos inversores conscientes del clima establecen sus propios objetivos de inversión neutral, la atención ha comenzado a desplazarse hacia la implementación. Sin embargo, cada vez está más claro que la implementación práctica puede ser compleja y que a menudo requiere un enfoque matizado y personalizado. Al tratar de implementar sus propios compromisos, los clientes que tienen objetivos de neutralidad deben valorar tres cuestiones principales.
En primer lugar, los inversores con objetivos de neutralidad deberían plantearse cómo pueden respaldar a las empresas en el desarrollo de planes propios para abordar los riesgos climáticos. Si bien mantener empresas con mayores emisiones puede tener consecuencias para el perfil de emisiones de una cartera, los inversores también reconocen la importancia de conservar estas empresas como una parte clave de la transición climática. Las interacciones de un inversor con empresas en transición pueden centrarse, por ejemplo, en alentar a la empresa a considerar establecer y seguir vías de transición basadas en la ciencia, que pueden ser validadas externamente por organizaciones como la Science-Based Targets Initiative (SBTi).
En segundo lugar, es importante que los inversores se planteen controlar el progreso de la descarbonización de las empresas en las que invierten cuando se trata de aislar sus carteras de posibles riesgos de transición financieramente importantes, incluso como resultado de cambios regulatorios y cambios en las preferencias de los consumidores. En tercer lugar, los inversores deberían considerar que la descarbonización puede ser netamente positiva para las rentabilidades, en vista de las oportunidades y los riesgos relacionados con la transición. Más del 90% del PIB mundial se encuentra actualmente cubierto por un objetivo nacional de neutralidad1 y el cambio global hacia una economía con bajas emisiones de carbono está siendo alentado por una importante reasignación de capital respaldada por políticas orientadas hacia tecnologías y soluciones climáticas innovadoras. Los inversores que apuestan por la transición energética gozan de inversiones con potencial alcista y además cosechan los beneficios climáticos y económicos de apoyar el paso a una economía baja en carbono. En 2024, nos centraremos en proporcionar carteras con visión de futuro, que reconozcan tanto los desafíos como las oportunidades de implementar compromisos de neutralidad, a los clientes que los deseen.
El cambio climático crea riesgos físicos que pueden traducirse en riesgos financieros. Sin embargo, cuantificar correctamente el riesgo que el cambio climático supone para la economía y los activos de los inversores es un desafío constante. Un informe de 2023 de Carbon Tracker, titulado "Loading the DICE against Pension Funds", argumentaba que las formas existentes de integrar el riesgo climático en los modelos económicos subestiman el posible impacto futuro del cambio climático en el PIB y, por tanto, las consecuencias para las carteras de inversores.2 Es posible que los inversores deseen considerar cómo pueden desarrollar una visión top-down que incorpore un concepto más claro y preciso del nivel de riesgo climático en lo referente a la asignación estratégica de activos.
Los inversores pueden enfrentar desafíos aún mayores con otro factor de riesgo: la naturaleza. Si bien tratar de comprender los riesgos climáticos físicos para las carteras de inversión plantea desafíos, los riesgos relacionados con la naturaleza son aún más complejos, fragmentados y difíciles de medir. El resultado es una falta de datos precisos y completos sobre los riesgos para la biodiversidad en determinadas zonas. Sin embargo, 2024 puede llegar a ser visto como el año en que se inició en serio el trabajo para cuantificar la materialidad financiera del riesgo centrado en la naturaleza. La publicación de las recomendaciones del Grupo de Trabajo sobre Divulgaciones Financieras Relacionadas con la Naturaleza (TNFD) en 2023, junto con una gama cada vez mayor de datos y parámetros relacionados con la naturaleza, puede llevar a mejorar los datos y la información sobre el tema. Estos avances ayudarían a los inversores a reconocer mejor la contribución económica de la naturaleza y los riesgos a largo plazo para las carteras de inversión causados por su destrucción. En 2024, nos centraremos en cómo los inversores pueden empezar a integrar la consideración de los riesgos relacionados con la naturaleza en sus carteras, cuando resulte apropiado para sus objetivos.
A principios de 2023, escribí que es fundamental comprender claramente qué es en realidad la inversión sostenible. Esta necesidad se ha vuelto aún más importante a medida que el espectro de enfoques de inversión sostenible ha seguido ampliándose para incorporar diferentes objetivos de inversión, desde simplemente buscar maximizar el rendimiento financiero hasta equilibrar los objetivos de rentabilidad financiera con mejores resultados medioambientales o sociales, hasta priorizar activamente los resultados sostenibles. Dado que este ámbito ha evolucionado, la inversión sostenible ahora puede tener más matices y visión de futuro. Incluso aquellos inversores cuya prioridad es alcanzar un objetivo sostenible pueden optar por seguir invirtiendo en empresas con altas emisiones y participar activamente en oportunidades relacionadas con su transición en lugar de optar por la exclusión.
Por el contrario, los inversores cuya única preocupación es obtener mejores rendimientos ajustados al riesgo pueden confiar en la integración de factores medioambientales, sociales y de gobierno (ESG) para ayudarles a comprender cómo dichos factores financieramente significativos pueden afectar a la rentabilidad financiera a largo plazo. Incluso cuando los inversores no tienen un objetivo sostenible, tiene sentido considerar cambios financieramente importantes y de largo plazo relacionados con la sostenibilidad que podrían afectar a la competitividad de una empresa y su capacidad para generar rentabilidad a largo plazo. Estos factores pueden incluir cambios en las preferencias y comportamientos de los consumidores, políticas y regulaciones públicas que favorezcan la transición hacia una economía baja en carbono y la innovación tecnológica. Este estilo de inversión no trata de exclusiones ni de buscar un resultado secundario distinto de la rentabilidad financiera, sino de una gestión sólida del riesgo. La distinción entre integración de factores ESG e inversión con un resultado sostenible en mente es algo que nos gustaría que se apreciara más ampliamente en el transcurso de 2024.
Opiniones Por Clases De Activos
La inversión sostenible no existe en el vacío: las perspectivas económicas regionales, los fundamentales sectoriales y empresariales, los temas estructurales y la innovación de productos de inversión son factores que nuestros gestores de cartera deben tener en cuenta, además, a la hora de tomar decisiones para sus carteras sostenibles. A continuación, se muestran las opiniones sobre las perspectivas de inversión sostenible de una amplia selección de nuestros gestores de carteras sostenibles. Sus ideas resaltan la variedad de enfoques que emplean nuestros gestores de activos para navegar por el panorama económico utilizando consideraciones de sostenibilidad como guía.
En nuestras estrategias sostenibles de renta fija y renta variable cotizadas, combinamos nuestro consolidado proceso de inversión fundamental con un enfoque de sostenibilidad propio, que puede adaptarse al alcance y los objetivos de las estrategias sostenibles. En todas las alternativas, también se aplica esta combinación de investigación fundamental activa, junto con consideraciones relevantes de sostenibilidad, y el enfoque varía según el estilo de inversión específico o las características de cada tipo de activo.
Mercados emergentes: Amit Mehta, gestor de carteras
Si bien los mercados emergentes han registrado volatilidad, hay razones para ser optimistas: la caída de la inflación global ofrece a los bancos centrales de los mercados emergentes margen para realizar rebajas agresivas de los tipos, el dólar estadounidense ha bajado sustancialmente y la economía de China está creciendo, aunque más lentamente de lo que se pensaba con anterioridad. Las valoraciones han descendido y la expectativa apuntan a un crecimiento de las ganancias al menos del 10% en 2024/2025.
A diferencia de China, las perspectivas en otras regiones parecen más alentadoras. Por ejemplo, en América Latina y en Europa, Medio Oriente y África (EMEA), la caída del precio del dinero debería conducir a mejoras en la actividad económica, fortaleciendo la confianza del consumidor y beneficiando a las acciones financieras y de consumo. Dada nuestra creencia de que una consideración completa de la sostenibilidad de una empresa también debe tener en cuenta la sostenibilidad de su modelo económico, este tipo de empresas nacionales generadoras de flujo de efectivo, de alto rendimiento y con poco capital se prestan bien a carteras sostenibles, donde sus credenciales medioambientales y sociales también están en consonancia con los objetivos declarados de la cartera.
La COP28 de finales de 2023 también presentó puntos de interés para los inversores centrados en la sostenibilidad. Se la llamó "la COP más inclusiva de la historia" y brindó una oportunidad para incorporar aún más a los países de mercados emergentes al diálogo sobre el clima. Las principales economías de mercados emergentes, como China, la India, Sudáfrica y Brasil, ocuparon un lugar particularmente destacado en las negociaciones, mientras que el tema de la financiación climática para una transición energética justa y limpia en los mercados emergentes ganó mayor atención. Con más apoyo político y financiero nacional e internacional para la inversión en transición energética en estos países, las oportunidades deberían consolidarse y expandirse. Creemos que la acción climática ha pasado a un lugar más alto en la agenda de la India, pero, a la inversa, ha bajado en China dadas las inquietudes internas actuales.
La India ha invertido poco en formación de capital durante la última década, pero tanto el gobierno como el sector privado ahora se han dado cuenta de que el gasto de capital es esencial para que el país alcance su objetivo de crecimiento del PIB del 6% durante la próxima década. Esperamos que la próxima etapa del gasto público en infraestructuras se centre más en las energías renovables, en particular, la eólica y la solar. De manera similar, en Oriente Medio el deseo de dejar de ser tan dependientes del petróleo está estimulando ambiciosos planes de inversión en energía renovable.
En China, esperamos que continúe la creciente penetración de los vehículos eléctricos, así como de normas y controles de emisiones más estrictos, y que prosiga la adopción de la energía renovable. China es un claro líder mundial en una serie de materias primas o componentes necesarios para la generación de energía renovable, como el polisilicio, el vidrio solar y el agua. Además, la penetración de los vehículos eléctricos es alta y ya supera el objetivo del 20% del gobierno para 2025. En consecuencia, esperamos que los vehículos eléctricos sigan siendo un tema importante en China a medida que el país continúe creciendo y las empresas alberguen ambiciones de exportación.
Independientemente del contexto macroeconómico, en esencia nuestras estrategias de inversión sostenible buscan encontrar buenas empresas, con fundamentales sólidos, que contribuyan positivamente a los objetivos de sostenibilidad, al precio adecuado. Seguimos encontrando muchas de estas oportunidades en los mercados emergentes.
Europa: Joanna Crompton, gestora de carteras
Creemos que en 2024 asistiremos a un renovado interés por los desafíos globales en clave de sostenibilidad, particularmente, desde una perspectiva climática. Dado que se acercan los compromisos climáticos nacionales, debería acelerarse la reducción de las emisiones de carbono para cumplir estos objetivos. Muchas empresas europeas ya están a la vanguardia de esta transición: en enero de 2024, casi el 70% de todas las empresas que habían establecido o se habían comprometido a establecer un objetivo con base científica tenían su sede en países del G20, y más de la mitad tenían su sede en Europa.
Si bien hemos visto una rápida aceleración de la inversión en energías renovables, el gasto mundial en redes eléctricas se ha mantenido relativamente estable. La Agencia Internacional de la Energía pronostica que el gasto en redes debe casi duplicarse a más de 600.000 millones de USD al año para 2030 para que los países implementen sus objetivos nacionales. A lo largo de toda la cadena de valor, desde la alta tensión y la transmisión hasta los contadores inteligentes, las empresas europeas son líderes mundiales en sus campos.
La Federación Mundial de Obesidad pronostica que 4.000 millones de personas (la mitad de todas las personas mayores de cinco años) probablemente tendrán sobrepeso u obesidad para 2035. Este problema supone claramente un enorme desafío social y las empresas europeas están llevando a cabo inversiones para tratar de abordarlo. Por supuesto, el uso de medicamentos contra la obesidad presenta sus propios desafíos para las empresas involucradas desde una perspectiva social, y esta es una de las razones por las que continuamos colaborando estrechamente con nuestro equipo de Administración de inversiones para comprender las complejidades de esta cuestión.
La transparencia de los datos es clave para evaluar los compromisos corporativos y el progreso en cuestiones medioambientales y sociales para nuestras estrategias sostenibles. En 2024, buscamos seguir impulsando avances en la disponibilidad de datos ESG. Esperamos que la Red de Objetivos Basados en la Ciencia finalice su orientación para objetivos específicos de biodiversidad, ayudando a las empresas pioneras a estructurar sus compromisos y a que los inversores puedan evaluar sus ambiciones y sus avances. Si bien este avance será un paso en la dirección correcta, aún queda un largo camino por recorrer.
En este contexto, existen sólidos argumentos para centrarse en Europa, dadas las valoraciones atractivas, respaldadas por unas sólidas previsiones de crecimiento de los beneficios para el año y unas empresas líderes del sector en lo que respecta a determinados temas de sostenibilidad.
Estados Unidos: Danielle Hines, gestora de carteras
A pesar del pesimismo generalizado de cara a 2023, el S&P 500 tuvo un año muy sólido, pues la recesión que tanto se esperaba en Estados Unidos no llegó y las ganancias demostraron ser mucho más resilientes de lo que los inversores habían temido. Para 2024, nuestros analistas pronostican un crecimiento aproximado de las ganancias del 12% para el S&P 500, y se espera que el crecimiento sea más generalizado en todo el universo que en 2023, a pesar de la persistencia del dominio de las 7 magníficas. Incluso con un mercado reducido y los acontecimientos geopolíticos del último año, que fueron particularmente difíciles de enfrentar para los gestores de inversiones sostenibles, resultó beneficioso centrarse en empresas fundamentalmente sólidas que consideramos sostenibles según nuestros marcos internos.
Este enfoque adopta una visión de futuro sobre la sostenibilidad, buscando identificar empresas que ya sean líderes sostenibles o que estén en camino de convertirse en líderes en el futuro, al tiempo que buscan retornos atractivos ajustados al riesgo. En estas estrategias, seguimos apuntando a tendencias seculares de sostenibilidad en todos los sectores, como la descarbonización, la medicina innovadora, empresas con talento diverso, edificios limpios y la agricultura de precisión.
Un tema que creemos que tendrá un impacto claro en la economía de ciertas empresas en 2024 es la Ley de reducción de la inflación (IRA). La IRA es una política fiscal importante que acelerará el gasto de capital durante los próximos 10 años en áreas destinadas a la transición energética, proporcionando significativos impulsos para muchas empresas atractivas de nuestro universo. Esta política beneficia directamente a los proveedores de energía limpia y también ofrece incentivos para los vehículos eléctricos, una tendencia secular que ya estaba en marcha antes de la IRA. Si bien la oportunidad de inversión obvia en este sentido podrían ser los fabricantes de vehículos eléctricos, nuestros analistas han buscado oportunidades en todo el ecosistema del transporte y la energía, desde la tecnología de baterías necesaria para impulsar los vehículos hasta la generación de la energía renovable que será necesaria para atender el aumento de la demanda, pasando por la infraestructura de red requerida para manejar el aumento de la carga y las estaciones de carga que deberán construirse durante la próxima década.
Japón: Michiko Sakai, gestora de carteras
Japón continúa brindando oportunidades atractivas para los inversores centrados en la sostenibilidad. Si bien la atención de los accionistas a las cuestiones sociales y medioambientales ha ido creciendo lentamente en comparación con muchas otras regiones, un aumento reciente en el número de consejeras nombradas en los consejos de administración de las empresas sugiere que las compañías japonesas están empezando a reaccionar a la implicación en estas cuestiones.
También hemos observado un aumento continuado de las propuestas de los accionistas dirigidas al riesgo climático, no solo de organizaciones medioambientales, sino también de inversores. Por ejemplo, los inversores piden cada vez más a las empresas japonesas que les informen sobre cómo abordan los riesgos relacionados con el clima. También pueden pedir a las empresas que consideren, cuando corresponda, establecer objetivos de reducción de emisiones de gases de efecto invernadero en consonancia con el Acuerdo de París, y que informen de los avances que estén logrando.
Si bien estos ejemplos proporcionan evidencia de avances útiles en temas medioambientales y sociales, la reforma del gobierno corporativo proporciona el avance más interesante en las perspectivas para la renta variable japonesa. La decisión de las empresas niponas de adoptar estándares de gobernanza más estrictos e impulsar los dividendos y las recompras responde a varios factores, incluida la implementación de un código de administración en 2014, así como la acción más reciente de la Bolsa de Valores de Tokio para pedir a las empresas que exploren las formas en que podrían mejorar aún más su gobernanza. Creemos que mejorar el gobierno corporativo podría ayudar a cerrar, con el tiempo, el descuento estructural de Japón frente a otros mercados.
Los efectos positivos ya se están viendo. Tanto los pagos de dividendos como las recompras de acciones han aumentado marcadamente en los últimos años desde niveles bajos, y se espera que las ratios de pago de dividendos aumenten aún más a medida que se aceleren las reformas del gobierno corporativo; por su parte, las recompras de acciones podrían financiarse mediante la liquidación de posiciones de acciones de empresas, lo que podría a su vez contribuir a impulsar el rendimiento sobre el capital (ROE) de Japón.
Para los inversores, la tendencia a mejorar la gobernanza corporativa parece tener un largo camino por delante ya que las empresas japonesas todavía cuentan con enormes cantidades de efectivo neto, terrenos infrautilizados y participaciones innecesarias. Tomemos como ejemplo las posiciones en efectivo: alrededor del 40% de las empresas del índice MSCI Japan mantienen posiciones netas de efectivo positivas en sus balances, un nivel considerablemente más alto que en Estados Unidos o Europa. Por tanto, estas mejoras en la rentabilidad para los accionistas y las subsiguientes mejoras en el ROE podrían desarrollarse durante muchos años.
Bonos sostenibles: Stephanie Dontas, gestora de carteras
La combinación de crecimiento moderado, desaceleración de la inflación y el sesgo de los bancos centrales hacia la flexibilización monetaria crea un contexto macro muy diferente al de los últimos años y, en nuestra opinión, un potente viento de cola para los mercados de bonos.
En este contexto, percibimos un crecimiento continuado de la demanda de renta fija sostenible, alcanzando los activos de EMEA un total de 0,5 billones de USD a finales de 2023.3 La existencia de versiones sostenibles de los pilares fundamentales de esta clase de activos —agregados globales y bonos corporativos denominados en EUR— se ha traducido recientemente en demanda de renta fija sostenible, mientras que los fondos de bonos verdes también continúan atrayendo flujos. Los ETF representan 75.000 millones de USD del total, con los vehículos pasivos a la cabeza, específicamente, aquellos con un mandato climático. La ampliación de las estrategias de bonos verdes para que incluyan elementos sociales y sostenibles, así como soluciones de neutralidad, son algunos de los avances registrados recientemente en los productos del sector.
La inversión en la transición hacia una economía verde está ganando importancia: por ejemplo, la gestión de productos de inversión frente a índices de referencia alineados con el Acuerdo de París o la inversión en emisores que obtengan una puntuación favorable según la Science-Based Targets initiative (SBTi). Los inversores también están desarrollando enfoques más matizados y prospectivos en lo relativo a marcos de exclusión. En lugar de controles excluyentes generales, algunas estrategias se centran en invertir en emisores que están virando activamente hacia prácticas más sostenibles, así como en interactuar con ellos y apoyarlos. Este enfoque se puede implementar a través de marcos que se centren en la mejora de los emisores o en bonos verdes, sociales y sostenibles (GSS).
Es de esperar que el mercado de bonos GSS continúe creciendo. La emisión de bonos verdes —bonos que financian específicamente proyectos medioambientalmente beneficiosos— ascendió a 163.000 millones de USD en 2017. El año pasado, el mercado asimiló más de 500.000 millones de USD en emisiones, lo que elevó la deuda verde total en circulación a 2,4 billones de USD. Los bonos sociales —aquellos cuyo producto se destinan a financiar proyectos socialmente beneficiosos— y los bonos de sostenibilidad —aquellos que financian una combinación de proyectos verdes y sociales— también han ganado fuerza recientemente. La deuda GSS total asciende en la actualidad a alrededor de 3,9 billones de USD, lo que hace de este un mercado lo suficientemente importante como para facilitar una asignación core en una cartera.
Los inversores en este espacio deben permanecer atentos. Los marcos internacionales, como los Principios de los Bonos Verdes y Sociales de la Asociación Internacional de Mercados de Capitales (ICMA) y la norma sobre bonos verdes de la Unión Europea, conducen a los emisores hacia niveles elevados. Los emisores normalmente desearán una segunda revisión por proveedores de datos y analistas especializados para contar con más garantías. Sin embargo, la adhesión a dichas convenciones sigue siendo voluntaria, lo que aumenta el riesgo de ecoblanqueo. Como resultado, la gestión activa es particularmente importante en el mercado GSS, y los inversores con objetivos sostenibles deben aplicar una mayor diligencia debida en su propio proceso de inversión para tener certeza de que tales bonos se están emitiendo conforme a los principios de la buena fe.4
Global macro: Shrenick Shah y Rose Thomas, gestores de carteras
Prevemos que el panorama de regulaciones y directivas que impulsan la transición hacia una economía global baja en carbono se volverá cada vez más complejo. Al mismo tiempo, auguramos más oportunidades para identificar áreas donde se puede seguir mejorando.
Para abordar este contexto desde una perspectiva macro y de inversión sostenible, nuestro objetivo es aplicar enfoques top-down y bottom-up. En nuestro análisis macro top-down, procuramos identificar cambios estructurales, como los causados por un mayor enfoque en los riesgos y las oportunidades de sostenibilidad en los diferentes sectores a escala mundial. Uno de los macrotemas que tenemos en cuenta en el marco de nuestra estrategia sostenible es la respuesta al cambio climático. Como mencionamos anteriormente, en la COP28 de 2023 se llegó a un acuerdo para abandonar los combustibles fósiles. Habida cuenta de ello, nos disponemos a invertir en oportunidades relacionadas con la eficiencia de la construcción y la electrificación. Es de esperar que el contexto regulatorio cada vez más complejo y el enfoque hacia la transición causen disrupciones este año, así como oportunidades en determinadas empresas que podrían beneficiarse.
Desde el punto de vista bottom-up, nos centramos en los ámbitos que son más relevantes para un sector o una actividad en particular, así como en cuestiones específicas de la empresa o el país de que se trate. Además de evaluar los riesgos, seguimos percibiendo las oportunidades a través de esta lente, como la inversión en servicios financieros de determinados países emergentes, donde la mejora en el acceso a los productos financieros favorece el avance social y el contexto fundamental es sólido. También percibimos oportunidades en atención sanitaria que respaldan un mayor bienestar en escala mundial. Este año habrá elecciones en más de 40 países que en conjunto representan el 41% de la población mundial,5 lo que puede traducirse en un escenario con un mayor foco hacia la sostenibilidad. Prevemos que estas cuestiones seguirán siendo muy relevantes este año en el contexto de un posible cambio regulatorio y de liderazgo.
Los terrenos madereros: Lee Lawrence, director ejecutivo de Campbell Global
Los terrenos madereros pueden ser una clase de activos atractiva e importante para los inversores, especialmente aquellos con objetivos sostenibles, ya que combina fuertes rendimientos ajustados por el riesgo con beneficios medioambientales y sociales.
En Estados Unidos, es de esperar que la demanda acumulada de vivienda, los bajos niveles de viviendas disponibles en el mercado y la reducción prevista de los tipos hipotecarios impulsen la demanda de productos de la madera en 2024 y años posteriores gracias a un alto volumen de construcción de viviendas nuevas y de actividades de reparación y remodelación. Al mismo tiempo, es probable que aumente la demanda de compensaciones de carbono de calidad a medida que nos acerquemos a los objetivos de descarbonización para 2030 fijados por gobiernos y empresas de todos los sectores. Si bien las tecnologías de captura y almacenamiento de carbono son cada vez más prominentes, se está acelerando la demanda de proyectos de compensación de carbono de alta calidad y basados en la naturaleza que demuestren una verdadera adicionalidad, impulsando la creación de proyectos de forestación y una mejor gestión forestal.
Los proyectos de mejor gestión forestal suelen generar compensaciones de carbono ampliando la edad de rotación de los bosques (por ejemplo, retrasando las cosechas) o reduciendo los niveles de cosecha, lo cual puede restringir el suministro de troncos para los fabricantes de productos de la madera. Esta dinámica debería beneficiar a los propietarios de terrenos madereros por el aumento de los precios de los troncos y de los ingresos adicionales por las ventas de mecanismos de compensación de carbono, respaldando a su vez la obtención de altos ingresos y la revalorización del capital. Las inversiones forestales también brindan diversificación frente a una exposición al mercado no correlacionada, ya que los árboles crecen independientemente de las fluctuaciones del mercado.
Además de estos factores económicos, los bosques gestionados activamente brindan a los inversores centrados en la sostenibilidad, así como a las comunidades de las áreas forestales, ventajas colaterales tangibles para el clima, la naturaleza y la biodiversidad que se alinean con ciertos Objetivos de Desarrollo Sostenible de las Naciones Unidas. Un árbol en crecimiento secuestra dióxido de carbono, lo almacena en su biomasa y libera oxígeno a la atmósfera. En un terreno que se gestiona activamente, cuando se talan árboles, se plantan otros nuevos en el plazo de 12 a 18 meses con el fin de continuar el ciclo de secuestro de carbono. Mientras tanto, los árboles talados continúan almacenando carbono cuando se convierten en productos de la madera que no se utilizan para la combustión, lo que convierte a la madera en un material sostenible, renovable y con bajas emisiones de carbono.
Además de proporcionar aire limpio, los activos forestales gestionados pueden proteger y mejorar la calidad del agua, el suelo y el hábitat de la vida silvestre. El cumplimiento de las certificaciones forestales sostenibles de terceros, a menudo más estrictas que las regulaciones locales, requiere que los gestores de inversiones mitiguen el impacto de la actividad humana en el medio ambiente y promuevan la salud y la vitalidad de los hábitats y las especies. Los terrenos madereros también ofrecen empleos con salarios dignos en comunidades rurales y, a través de los arrendamientos recreativos, brindan a las comunidades locales acceso a actividades al aire libre.
Los terrenos madereros son también únicos en el sentido de que los objetivos económicos, climáticos, naturales y sociales guardan una relación de carácter mutualista. Dado que en los mercados de capitales se requieren o se valoran cada vez más estos atributos, creemos que los bosques como clase de activos reales atraerán cada vez más atención.
Additional resources
1 https://zerotracker.net/
2 https://carbontracker.org/reports/loading-the-dice-against-pensions/
3 LSEG Datastream, J.P. Morgan Asset Management. Datos a 4 de enero de 2024
4 https://am.jpmorgan.com/gb/en/asset-management/adv/investment-themes/sustainable-investing/capabilities/green-social-sustainable-fund/
5 Bloomberg, noviembre de 2023
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