Índice
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¿Cuáles son las fechas clave de las elecciones estadounidenses?
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¿Qué se vota en noviembre?
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¿Cómo deben interpretar los inversores las encuestas electorales estadounidenses?
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¿Cuáles podrían ser las diferencias entre los programas políticos de demócratas y republicanos?
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¿Cuáles son las implicaciones para los inversores?
¿Cuáles son las fechas clave de las elecciones estadounidenses?
La prioridad de cualquier aspirante a presidente es asegurarse la nominación de su partido. En los primeros seis meses del año electoral, tienen lugar las primarias presidenciales y los caucus, durante los cuales los votantes de cada estado eligen qué candidato quieren que represente a cada partido. Iowa y Nuevo Hampshire suelen atraer la atención porque son los primeros estados en celebrar su caucus y sus primarias, y el vencedor tendrá más probabilidades de lograr la nominación de su partido. El supermartes es otra fecha clave, ya que se votan las primarias de la mayoría de los estados y sus resultados son un claro indicador del posible candidato presidencial de cada partido político. Una vez transcurridos los comicios, los partidos celebran sus convenciones nacionales en verano, en las que se anuncia oficialmente el candidato a la presidencia. Con esto se cierra la primera fase, y la campaña para las elecciones generales cobra fuerza en los meses previos a que los votantes acudan a las urnas el día de las elecciones. El ganador recibe la investidura en enero del año siguiente.
¿Qué se vota en noviembre?
La meta es ocupar el despacho oval, pero la capacidad de un presidente para hacer realidad sus objetivos depende de quién controle el Congreso
Los votantes estadounidenses deberán decidir sobre tres cuestiones clave el 5 de noviembre: a quién eligen como presidente, quién se sentará en el Senado (la Cámara Alta) y quién en la Cámara de Representantes (la Cámara Baja).
El presidente
Recibir el mayor número de votos, o ganar «el voto popular», no convierte automáticamente a un candidato en presidente, ya que, en Estados Unidos, esta decisión le corresponde al Colegio Electoral. El escrutinio se realiza a nivel estatal, y el ganador recibe los «votos electorales» de dicho estado (cuyo número depende del tamaño de la población). Un candidato necesita al menos 270 de los 538 votos electorales para ostentar la presidencia.
El Senado
El Senado es uno de los dos brazos del Congreso que conforman el poder legislativo del Gobierno. A pesar de que las Cámaras Alta y Baja tienen funciones similares y ratifican las nuevas leyes, sus papeles son ligeramente distintos; el Senado tiene potestad exclusiva sobre ciertos ámbitos, como la validación de los nominados presidenciales.
Una de las principales diferencias entre ambas cámaras radica en a quién representan. Cada estado nombra a dos senadores para representar a dicho territorio, y los senadores estadounidenses tienen mandatos de seis años, por lo que aproximadamente un tercio de los 100 escaños del Senado quedan en juego en cada elección federal o de mitad de mandato. Actualmente, los demócratas controlan el Senado, pero en estas elecciones habrá 34 escaños en disputa, de los cuales hay 23 en poder de los demócratas o de senadores independientes. Para dominarlo, los republicanos necesitarían mantener todos los escaños en su posesión y añadir uno más si ganan la presidencia, o dos en caso contrario, ya que el voto del vicepresidente permite desbloquear un empate.
La Cámara de Representantes
La Cámara de Representantes constituye el otro brazo del Congreso, y cada uno de sus miembros, que ejercen mandatos de dos años, representa a un distrito dentro de un estado. Por lo general, se espera que tengan un contacto más estrecho con sus electores que los senadores, ya que representan a menos personas y sus mandatos son más breves. En los comicios de noviembre, se reelegirán los 435 escaños de la Cámara Baja, que actualmente está en manos de los republicanos. Para que los demócratas recuperasen el control, necesitarían ganar cinco escaños adicionales y mantener cuatro de los que están vacantes.
Si el partido ganador controla ambos brazos del Congreso, el presidente tendrá más facilidades para implementar su programa de gobierno, especialmente en lo relativo a las políticas nacionales que exijan la aprobación del Congreso, como los presupuestos y los asuntos fiscales. Según encuestas realizadas a principios de abril, lo más probable es que en 2024 el Senado pase a manos de los republicanos y que la Cámara de Representantes caiga bajo control demócrata, con lo que ambos brazos quedarían enfrentados. Si se cumpliese esta hipótesis, el presidente estaría más limitado y quizá tendría que recurrir en mayor medida a la promulgación de decretos leyes. Asimismo, podría centrarse en áreas en las que sí tiene mayor capacidad de decisión, como la política exterior.
Votos o escaños en el Colegio Electoral, el Senado y la Cámara de Representantes
¿Cómo deben interpretar los inversores las encuestas electorales estadounidenses?
Las encuestas nacionales permiten seguir la evolución de la campaña, pero es crucial vigilar los sondeos en los estados “bisagra” (swing states en inglés)
Si tenemos en cuenta la cantidad de elecciones que se han saldado con sorpresas en todo el mundo, no es de extrañar que la fiabilidad de los sondeos esté cada vez más en entredicho en los últimos tiempos. Un buen ejemplo es lo acontecido en EE. UU. en 2020, cuando los encuestadores cometieron uno de sus peores patinazos en 40 años. Si bien se esperaba que Joe Biden ganara el voto popular con un margen de 8,4 puntos, en realidad acabó quedándose a la mitad, y algo similar sucedió en el 2016, cuando predijeron equivocadamente que ganaría Hillary Clinton. Aunque, como auguraban las encuestas, recibió el 48,2% de los votos y se impuso en el voto popular, los encuestadores habían sobrestimado el margen de victoria, y Donald Trump, con un respaldo del 46,1%, acabó ganando gracias al abrumador apoyo de los compromisarios. Desde entonces, en el sector de las encuestas se han implementado numerosas innovaciones con objeto de afinar sus análisis, como el uso de varios métodos de sondeo para representar más fielmente al electorado. Como consecuencia, en las elecciones de mitad de mandato de 2022 la media de error en las encuestas fue la más baja desde 1998. Sin embargo, hay que señalar que en las dos últimas elecciones presidenciales, en las que se presentaba Trump, los sondeos infravaloraron la cifra de votantes del candidato republicano.
Dado lo difícil que resulta predecir el ganador a nivel nacional, quizá convendría centrarse en las encuestas regionales de los estados bisagra, ya que en ellos los candidatos suelen estar más igualados. En 2020, Georgia, Arizona y Wisconsin fueron decisivos, ya que otorgaron a Biden una distancia de poco más de 40.000 votos con respecto a Trump y evitaron un empate en el Colegio Electoral. Por eso, durante el otoño estaremos muy atentos a las encuestas regionales de estos tres estados, y también a las de Michigan, Nevada y Pensilvania. No obstante, todo análisis de un acontecimiento político debe incluir cierto margen de error, y este caso no es una excepción.
Si algo tenemos claro es que es demasiado pronto para confiar en las previsiones actuales de las encuestas. Como se puede ver en el gráfico, irán haciéndose más precisas conforme nos acerquemos a las elecciones.
A medida que se aproximen las elecciones, comentaremos los resultados de las encuestas más recientes. Consulte nuestro sitio web cada mes para recibir la información más actualizada.
Margen medio de error en las encuestas
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¿Cuáles podrían ser las diferencias entre los programas políticos de demócratas y republicanos?
Aunque ambos partidos coinciden en ciertas áreas, es probable que tengan enfoques diferentes en cuanto al cambio climático, la guerra en Ucrania y la relación de Estados Unidos con sus aliados
Demócratas y republicanos comparten algunas prioridades políticas, pero en otras están en desacuerdo. En los últimos años, ambos partidos han coincidido en su deseo de proteger la industria nacional y explotar la rivalidad estratégica con China. Bajo la administración Biden, estas ambiciones se han manifestado como enormes paquetes fiscales, de entre los que destacan la ley de reducción de la inflación y la ley CHIPS y de ciencia, que tienen el objetivo común de proteger la industria y el mercado laboral estadounidenses a través de subsidios y ventajas fiscales. Por el contrario, Trump ha mencionado que, como presidente, decretaría un impuesto global del 10% a todos los productos importados en Estados Unidos, pero, aunque muchos recibirían con agrado este empujón a la competitividad nacional, la medida podría perjudicar a los consumidores estadounidenses. Según estimaciones de The Economist, un arancel del 10% podría traducirse en un coste anual cercano a los 2.000 dólares para un hogar medio. Al margen de preguntarse si una política como esta saldría adelante, cabe suponer que, si los republicanos ganasen, mantendrían el proteccionismo adoptado durante la administración Trump.
En teoría, una restricción del marco fiscal debería frenar cualquier futura rebaja impositiva o la implementación de grandes programas de gasto. Teniendo en cuenta que el déficit público estadounidense ya sobrepasa el 6% del PIB y que el desempleo está en mínimos históricos, sería lógico que cerrar la brecha presupuestaria fuese una de las principales prioridades políticas, pero quién sabe qué ocurrirá finalmente.
Si cualquiera de ambos partidos decidiese ampliar el déficit fiscal, se arriesgaría a provocar una oleada de caídas en los mercados, especialmente en los de deuda. Según las últimas previsiones de la Oficina Presupuestaria del Congreso (CBO, por sus siglas en inglés), en 2034 el déficit público en EE. UU. podría seguir siendo del 6%, y la deuda podría representar el 116% del PIB. Cabe destacar, sin embargo, que los cálculos asumen que las rebajas fiscales aplicadas en 2017 venzan en 2026, por lo que, si el ganador decidiese mantenerlas, las perspectivas serían aún peores de lo que asume la CBO; y mejor no hablemos de lo que ocurriría si se promulgasen nuevas medidas expansivas. Ante esta situación, muchos inversores prefieren analizar los futuros resultados electorales remitiéndose a los compromisos de cada partido con la prudencia fiscal.
Es probable que demócratas y republicanos tengan enfoques diferentes en cuanto al cambio climático, la guerra en Ucrania y la relación de Estados Unidos con sus aliados, entre otros puntos. Es previsible que la acción climática siga siendo una parte fundamental de la agenda demócrata, mientras que los republicanos se han comprometido a acelerar la producción de combustibles fósiles y a revocar parte de las políticas ecologistas de Biden. En la esfera geopolítica, cabe suponer que los demócratas seguirán apoyando militarmente a Ucrania y a Israel, dada su importancia clave para los objetivos de seguridad nacional de EE. UU. Si bien sería menos probable que un presidente republicano continuase enviando ayuda a Ucrania, también es cierto que las opiniones al respecto difieren dentro del propio partido. En función del candidato que consiga la nominación de los republicanos, podríamos ver un nuevo enfoque en las relaciones entre EE. UU. y Europa, y otra postura dentro la agenda geopolítica global.
Deuda federal EE.UU.
% PIB
Composición del déficit federal EE.UU.
% PIB
¿Cuáles son las implicaciones para los inversores?
Para los inversores suele ser más importante lo que suceda con la economía que lo que ocurra en la Casa Blanca
A pesar de que las diferencias políticas son evidentes entre ambos partidos, los inversores que pretendan posicionar sus carteras tomando como base la elección de uno u otro candidato deberían ser extremadamente cautelosos.
No hay que olvidar que, como dice un antiguo refrán, «una semana es mucho tiempo en política». Todavía queda un largo camino hasta las elecciones de noviembre, por lo que las cosas podrían cambiar mucho y el resultado es de todo menos cierto.
Además, incluso si un inversor tuviera claro el resultado a estas alturas, las promesas electorales de los políticos suelen diferir bastante de las medidas que luego consiguen llevar a cabo. En las últimas cuatro elecciones estadounidenses, los presidentes electos hicieron un total de 700 promesas en campaña, pero menos de la mitad se incorporaron al corpus legal, principalmente como consecuencia de la oposición del Congreso. Si el Congreso quedase dividido tras las elecciones, el partido vencedor podría recurrir a las acciones unilaterales, como los decretos leyes y la promulgación de normativas a través de los departamentos y las agencias federales, pero seguiría necesitando que el Congreso ratificase las propuestas de mayor envergadura.
Para terminar, baste recordar que, por mucha confianza que tenga un inversor en el resultado de las elecciones y el rumbo político del país, estos no son los únicos factores que rigen los mercados.
Históricamente, y en comparación con otros períodos sin esta actividad política, en los años electorales la rentabilidad media de los mercados de renta variable baja, mientras que su volatilidad sube. Ahora bien, es crucial tener en cuenta que dichas medias están sesgadas por otros sucesos que coincidieron fortuitamente con las elecciones, como el estallido de la burbuja de las puntocoms, la crisis financiera global y la pandemia de COVID-19, entre los más notables. Para los inversores suele ser más importante lo que suceda en la economía que lo que ocurra en la Casa Blanca.
Rentabilidad de la renta variable EE.UU.
% variación interanual
La renta variable EE.UU. registró volatilidad
%, desviación estándar 52 semanas
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