Los créditos de carbono

Los mercados voluntarios de carbono han madurado sustancialmente desde que surgieron hace unos 20 años. Sin embargo, a medida que estos mercados han crecido, también lo han hecho las preguntas sobre cómo están evolucionando.

Es importante distinguir primero entre los dos tipos principales de mercados de carbono. Los mercados de carbono obligatorios —como el Sistema de Comercio de Emisiones (ETS) del Reino Unido— los crean y regulan organismos públicos, a fin de orientar a los sectores con mayores emisiones en sus caminos hacia la descarbonización. El número de créditos disponibles se controla estrictamente, lo cual incentiva a las empresas que pueden reducir las emisiones por debajo de cierto umbral a que vendan a otras entidades los créditos que les sobran, a cambio de un beneficio. Por el contrario, los mercados voluntarios están diseñados para formalizar el efecto de la eliminación o evasión de emisiones a través de soluciones como la silvicultura. No están regulados, no existe un límite al número de créditos que se pueden generar y los precios se determinan en función de la oferta y la demanda en el mercado abierto.

Dada la naturaleza mucho más fluida de los mercados voluntarios de carbono, tal vez no sorprenda que hayan surgido algunos problemas. En términos absolutos, la emisión de créditos de carbono está aumentando y las estimaciones de Boston Consulting Group anticipan que el mercado alcanzará entre 10.000 millones de USD y 40.000 millones de USD en 2030, nivel que contrasta con los 500 millones de USD de 2020. Sin embargo, desafortunadamente, la cuestionable calidad de gran parte de la oferta actual está creando desafíos para los compradores finales y limitando el flujo de capital que puede respaldar el desarrollo de proyectos de mayor calidad.

El énfasis actual en proyectos que se centran en evitar o reducir futuras emisiones de GEI supone otro desafío. Si bien estas iniciativas son importantes, el análisis de PwC destaca que solo el 20% del total de créditos de carbono adquiridos por las empresas del FTSE 350 en 2022 se asignaron a proyectos que directamente eliminan las emisiones de la atmósfera, como el “secuestro de carbono” o la captura de carbono basada en tecnología que se realiza en procesos industriales. A medida que la tecnología evolucione, la eliminación de emisiones deberá tener un mayor peso para que los objetivos de neutralidad sigan siendo alcanzables.

En términos más generales, la gran variación en la calidad de la información disponible necesaria para evaluar la integridad de un crédito ha hecho mella en la confianza de numerosos partícipes del mercado. Esta situación queda evidenciada por la retirada de diversas empresas de alto perfil de los mercados de carbono este año y ahora se espera que la demanda en 2023 caiga año tras año.

A pesar de estas dificultades, los créditos de carbono aún pueden cumplir un propósito importante. Un mercado voluntario que funcione adecuadamente puede incentivar la innovación en nuevas tecnologías de descarbonización y ayudar a potenciar el capital a fin de ampliar las soluciones existentes, creando, al tiempo, flexibilidad sobre cuándo y dónde se reducen o eliminan las emisiones. Además, los créditos de carbono desempeñarán un papel importante para ayudar a numerosas organizaciones a alcanzar sus propios objetivos de neutralidad, compensando las emisiones restantes que no se pueden reducir.

Entonces, ¿cómo se pueden navegar estos mercados?

Como punto de partida, cualquier crédito de carbono debería demostrar su perdurabilidad. Pensemos en un crédito de carbono como si fuera un globo: no sirve de nada compensar una emisión almacenándola en un globo de otro lugar, si ese globo estalla solo unos años después.

El segundo principio clave es la adicionalidad. Un crédito de carbono de alta calidad tendrá que poder demostrar que la reducción o eliminación de emisiones no se habría producido sin el crédito compensado. Si la reforestación de una zona ya está planificada y dotada de recursos económicos, comprar un crédito de carbono adjunto a ese proyecto "a posteriori" no cambiará la situación.

Es cierto que poder verificar estas cualidades no es una cuestión sencilla. Existen los verificadores externos, pero solo pueden ser precisos en la medida en que también lo sea la información que tengan a su disposición, lo cual pone de manifiesto la importante función que puede desempeñar la implicación.

La innovación debería ayudar a que este proceso sea más fácil con el tiempo. Esperamos ver una mayor colaboración entre países en un esfuerzo por mejorar la calidad y la coherencia de estos mercados, según cobren fuerza principios como los establecidos por el Consejo de Integridad para el Mercado Voluntario de Carbono (ICVCM). Las nuevas tecnologías de 'blockchain' destinadas a rastrear los créditos con mayor precisión para asegurar el uso individual están mostrando signos prometedores. En algunas economías emergentes, los swaps de "deuda por clima" están ganando popularidad para ayudar a liberar recursos fiscales y contribuir a que los gobiernos mejoren la resiliencia de las infraestructuras sin sacrificar el gasto en otros ámbitos prioritarios.

Los mercados de carbono no son una solución milagrosa, pero esto no significa que deban pasarse por alto. Si bien hoy en día existen varios obstáculos, la experiencia y la implicación pueden ayudar a garantizar que los créditos de carbono cumplan dos principios clave: perdurabilidad y adicionalidad. Con el tiempo, llegarán cambios que deberían ayudar a que los inversores no confundan los árboles con el bosque.

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