Siempre es interesante seguir la reacción del público ante lo que sucede en la economía. Pueden pasar años, si no décadas, y la mayoría de la gente presta poca atención a las últimas publicaciones. Entonces, de repente, un cambio en los datos obliga a que un tema no sólo aparezca en los titulares de los medios de comunicación, sino también en el primer plano de la vida diaria de las personas.
Esto es exactamente lo que ha sucedido con la inflación. Durante gran parte de la década de 2010, la inflación del Reino Unido se mantuvo cerca del objetivo del Banco de Inglaterra, manteniendo las publicaciones de datos en gran medida ocultas dentro de las páginas de economía. Sin embargo, hoy en día, cuando las crecientes presiones sobre los precios están traduciéndose en una significativa tensión para los hogares de todo el país, la inflación es un tema que está en la mente de todos.
Los precios de los alimentos son uno de los ejemplos más visibles. La inflación de los alimentos en el Reino Unido ha estado por encima del 10% en tasa interanual desde mediados de 2022, una situación que es particularmente complicada para aquellos con ingresos más bajos, donde los productos básicos tienen un peso mucho mayor en el gasto general. Como resultado, el gobierno del Reino Unido está cada vez bajo mayor presión para reaccionar e incluso se han publicado noticias de que ha estado manteniendo conversaciones con el comercio minorista sobre topes voluntarios de precios para artículos básicos.
Debatiendo sobre los factores
Las discusiones sobre los factores detrás del aumento de los precios de los alimentos en el Reino Unido tienden actualmente a seguir uno de dos caminos distintos. Para algunos, la invasión rusa de Ucrania es el factor clave, dada la importancia histórica de ambos países en las cadenas de suministro de aceites de cocina, trigo, fertilizantes y otros productos agrícolas esenciales. Para otros, los problemas están más cerca de casa, con muchas columnas dedicadas al impacto de las nuevas barreras comerciales entre el Reino Unido y la Unión Europea (UE).
Hay buenas razones para creer que ambos factores son en parte culpables. En cuanto al primer punto, los precios de los alimentos en el Reino Unido siguieron a los precios mundiales de los alimentos en su considerable subida en 2022 y muchos países de la zona euro están experimentando problemas similares a causa de su dependencia compartida de las importaciones de Europa del este. Para estos últimos, un análisis reciente de la London School of Economics ha demostrado que los productos alimentarios que dependen en gran medida de las importaciones de la UE han experimentado aumentos de precios relativamente mayores desde enero del año pasado. Los controles fronterizos de mercancías procedentes de Europa y que se introducirán progresivamente a partir de octubre aún pueden suponer más obstáculos.
Desde una perspectiva más macro, la política monetaria no es la herramienta adecuada para abordar eficazmente el aumento de los precios de los alimentos. Cuando la inflación sube, la función del banco central generalmente es elevar los tipos de interés para reducir la demanda. Algunos podrían argumentar que el Banco de Inglaterra podría haber actuado con mayor previsión para evitar el pico de inflación del año pasado. Pero para productos básicos como los alimentos, claramente lo que se requiere es una respuesta de la oferta, no de la demanda.
Mantener la perspectiva
Si bien el debate sobre el origen de los problemas actuales continuará durante algún tiempo, en el fondo acecha un desafío mucho mayor para la seguridad alimentaria futura: las amenazas que plantea el cambio climático. Si las autoridades dedican su atención a mitigar el impacto a corto plazo de la interrupción de las cadenas de suministro, corren el riesgo de no abordar el problema mucho más grande que está presente.
En muchas partes del mundo emergente, unas temperaturas más cálidas ya han causado inmensos problemas durante muchos años. En 2022, el Panel Intergubernamental sobre Cambio Climático publicó un informe aleccionador que estimaba que la mitad de la población mundial afronta escasez de agua durante al menos un mes cada año.
Sería un error que los gobiernos occidentales vieran estos desafíos como una cuestión lejana, tanto en términos geográficos como de escala temporal. Las cada vez más frecuentes sequías ya están creando importantes problemas para los agricultores de las economías desarrolladas y, puesto que las estimaciones de la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos (OCDE) sugieren que el cambio climático podría reducir el rendimiento medio de los cultivos de arroz, trigo y maíz entre un 6% y un 10% a escala mundial durante las próximas décadas, se requieren acciones urgentes. Los cambios demográficos crearán presiones adicionales y se espera que un aumento de la población mundial en casi 2.000 millones de personas en los próximos 30 años genere muchas más bocas que alimentar.
En este contexto, ¿cómo deberían responder los inversores? La buena noticia es que ya existe una amplia gama de empresas innovadoras y en las que se puede invertir que buscan abordar esta cuestión esencial. Las soluciones se manifestarán de diversas maneras, incluidas las proteínas de origen vegetal que buscan hacer que los sistemas alimentarios sean menos intensivos en carbono; agricultura vertical que reduce la cantidad de tierra dedicada a la agricultura; y agricultura de precisión impulsada por inteligencia artificial que tiene como objetivo maximizar la eficiencia de los cultivos y al mismo tiempo reducir el uso de fertilizantes. Dado que el 6% de las emisiones mundiales de gases de efecto invernadero son atribuibles al desperdicio de alimentos, la mejora del embalaje, la refrigeración y el transporte de alimentos debe ser otra área de atención. Todo esto, junto con muchas más innovaciones, será necesario para reforzar la seguridad alimentaria y frenar la volatilidad de los precios de los alimentos.
En medio de una crisis del coste de la vida, las autoridades se han encontrado en "modo reactivo". Pero una solución a corto plazo no puede llegar a expensas de una estrategia a más largo plazo. Los inversores harían bien en mantener una perspectiva similar. Las buenas decisiones de inversión, al igual que las buenas políticas económicas, se derivan de la previsión, no de la retrospectiva. Ahora es el momento de buscar oportunidades en empresas que puedan resolver problemas de escasez como la de los alimentos, que probablemente no harán sino aumentar en los próximos años.