La energía nuclear lleva largo tiempo siendo un tema de apasionados debates. Si bien sigue siendo un componente importante de la cesta energética mundial, ya que representa alrededor del 10% de la producción de electricidad en todo el mundo1, persisten algunas dudas sobre su sostenibilidad. En julio de 2022, la Comisión Europea tomó la decisión de incluir la energía nuclear, junto con el gas natural, en la Taxonomía medioambiental de la Unión Europea. Se trata de una lista de actividades económicas que la Comisión considera sostenibles desde el punto de vista medioambiental, que se elaboró junto con el Reglamento sobre la divulgación de información relativa a la sostenibilidad en el sector de los servicios financieros (SFDR) de la UE.2 Como era de esperar, la decisión generó cierta controversia: los críticos la etiquetaron de "ecoblanqueo" debido a las dudas en torno al almacenamiento de residuos y los impactos medioambientales relacionados, y sugirieron que podría socavar la transición hacia sistemas de energía más respetuosos con el medio ambiente. Por su parte, los defensores de la energía nuclear consideran que la decisión permite facilitar la transición hacia una economía con menos emisiones de carbono y que la propia energía nuclear puede llegar a formar parte de una red energética con bajas emisiones de carbono. En este artículo, examinamos los argumentos a favor y en contra de la energía nuclear como combustible de transición, la justificación de su inclusión en la Taxonomía de la UE y las posibles repercusiones para los inversores.
Una fuente de energía fiable en una época compleja
La transformación necesaria para descarbonizar los sistemas energéticos del mundo, en línea con los compromisos asumidos por más de 70 países para alcanzar la neutralidad para 2050, no es una tarea fácil ni en el mejor de los casos. Dado que se prevé que la demanda mundial de energía aumente en un 50% para la misma fecha límite de 2050 y que el conflicto en Ucrania genera inquietud sobre la seguridad energética, existe la necesidad de garantizar la disponibilidad continuada de energía para que se logre la transición. Actualmente, las energías renovables por sí solas no pueden satisfacer la demanda y, como fuentes de suministro inherentemente intermitentes, deben ser respaldadas por energías de base: cuantas menos renovables, más energía de base se necesita. En este contexto, las centrales nucleares existentes pueden proporcionar una fuente fiable de energía que ayude a capear la volatilidad del suministro de energía. Esta es una de las principales ventajas de la energía nuclear como componente de la transición —que ya sería suficientemente compleja eliminando una importante fuente de energía eficiente y con bajas emisiones de carbono como la nuclear— y parte de la razón por la cual este tipo de energía se incluye en una serie de supuestos globales para alcanzar la neutralidad.
Fundamentalmente, la energía nuclear es claramente una fuente de electricidad con bajas emisiones de carbono. Cumple fácilmente el requisito de criterios de control de la Comisión Europea de emitir menos de 100 gramos de CO2 por kWh durante la fase de generación de energía.3 Además, se ha descubierto que las emisiones medias de gases de efecto invernadero durante el ciclo de vida de la energía nuclear son comparables con los valores de las energías eólica, solar e hidroeléctrica. Como resultado, el grupo de expertos de la Comisión Europea describe la aportación de la energía nuclear al objetivo de la Taxonomía de mitigación del cambio climático como "amplia y clara". 4 Incluso existe cierto potencial para que la energía nuclear sea una solución creíble a largo plazo, como elemento permanente de una economía baja en carbono. Algunas estimaciones sugieren que entre 2020 y 2050 podrían evitarse hasta 3,69 Gt de emisiones de GEI, casi lo mismo que las emisiones totales de GEI de India, Alemania y Corea del Sur juntas 5, en un escenario en que la energía nuclear siga formando parte de la cesta energética mundial.6
Por último, la conclusión de los grupos de expertos de la Comisión Europea fue que no encontraron ninguna evidencia de que la energía nuclear sea más perjudicial para la salud humana o el medio ambiente que otras tecnologías de producción de electricidad ya incluidas en la Taxonomía como actividades de apoyo a la mitigación del cambio climático. Las inquietudes en torno a la seguridad de la energía nuclear no son infundadas: los daños causados por los accidentes nucleares son extensos, lo cual ha contribuido, como es de entender, a una alta desconfianza pública hacia esta fuente de energía. Sin embargo, a pesar de su persistente asociación en la imaginación pública con devastadores accidentes nucleares como los de Chernóbil, Fukushima y Three-Mile Island, la energía nuclear, en última instancia, tiene una de las tasas generales de mortalidad más bajas en comparación con otras fuentes de energía. Se ha descubierto que las muertes con centrales nucleares son mucho menores que con cualquier método de producción de electricidad basado en combustibles fósiles, con niveles comparables con los de la energía solar. 7 En la práctica, solo se están poniendo en marcha y construyendo reactores de generación III, que incorporan sistemas para la prevención y la mitigación de accidentes graves.
Argumentos en contra
La justificación medioambiental en contra de la energía nuclear tiene que ver en gran medida con sus posibles efectos adversos y el almacenamiento a largo plazo de los residuos de alta actividad. Esta es la razón principal de las acusaciones de "ecoblanqueo" vertidas tras la inclusión de la energía nuclear en la Taxonomía de la UE. Las dudas en clave medioambiental se centran en cuestiones como la contaminación térmica de lagos y ríos, la selección inadecuada de emplazamientos y el uso de la tierra, así como la extracción, la trituración y la reelaboración de uranio para combustible nuclear, pues la cadena de suministro de combustible es responsable de más del 60% de los efectos de la energía nuclear sobre el cambio climático.8 Estas dudas se pueden gestionar y mitigar en gran medida a través de una regulación y una supervisión adecuadas de la construcción y el funcionamiento de las centrales nucleares, si bien se trata de consideraciones importantes que se deben tener en cuenta. Además, la cuestión es que, independientemente de las actitudes que se adopten hacia la energía nuclear, a menudo existen costes muy elevados asociados con la financiación y la construcción de centrales, lo cual reduce su viabilidad como fuente de energía generalizada y puede que también su atractivo como inversión.
Consecuencias para la inversión
El historial reciente de construcción de nuevas centrales nucleares se ha caracterizado por importantes sobrecostes presupuestarios e incumplimiento de plazos. Los tres proyectos nucleares más nuevos de Europa —Flamanville en Francia, Olkiluoto en Finlandia y Hinkley Point C en el Reino Unido— han tardado más en construirse y han costado más de lo previsto originalmente. Como resultado, se reducen los incentivos para que los inversores asignen capital a proyectos difíciles e impredecibles de este tipo. Dicho esto, las nuevas centrales de energía nuclear ofrecen un flujo de ganancias potencialmente estable bajo un modelo regulado que, cuando se combina con una larga vida útil de los activos, puede hacerlas algo más atractivas que las plantas existentes, que tienen ganancias más volátiles y se desmantelarán antes. Una pregunta clave es si la construcción de nuevas centrales nucleares tiene un lugar lógico en la red eléctrica de un país y si el apoyo específico de cada gobierno podría, por tanto, reducir el coste de financiación a niveles más manejables. De hecho, el desarrollo de nuevas instalaciones nucleares probablemente requeriría un apoyo significativo e inequívoco de las administraciones públicas para que fuera realmente viable, dado el mayor nivel de riesgo que surge de las visiones opuestas hacia la energía nuclear. Las oportunidades de inversión en la cadena de valor de la energía nuclear —por ejemplo, la investigación continua para lograr soluciones de almacenamiento de residuos— podrían ser asimismo una vía posible dado que varias de estas actividades conexas también están cubiertas por la disposición transitoria de la Taxonomía de la UE. En última instancia, el deficiente historial financiero de los proyectos nucleares recientes no inspira confianza en un caso de inversión directa, pero reconocemos los matices regionales y las posibilidades de que la energía nuclear desempeñe una función en la descarbonización del sistema energético en lugares distintos de Europa.
Además, la cuestión del almacenamiento de residuos nucleares no se ha resuelto por completo. El combustible gastado y los residuos de alta actividad contienen radionucleidos de vida prolongada que pueden permanecer radiactivos durante 100.000 años o más.9 El consenso general es que la eliminación definitiva en depósitos geológicos profundos es la solución factible más eficaz y segura para asegurar que no se produzcan daños significativos a la vida humana o al medio ambiente. Esta opción requiere una formación geológica estable varios cientos de metros por debajo del nivel del suelo. Sin embargo, hoy carecemos de casos reales de instalación de residuos que abarque todo este periodo previsto, aunque las aproximaciones experimentales próximas sugieren que bastaría una solución de ese tipo. La innovación continua, por ejemplo, en torno al aumento de la posibilidad de reciclar el combustible nuclear consumido, la reducción de la radiotoxicidad de los residuos de alta actividad y la instalación de centros de almacenamiento geológico puede hacer posible abordar este problema. Sin embargo, hasta el momento, las consideraciones sobre almacenamiento de residuos nucleares no se han abordado de un modo que resulte satisfactorio de manera universal.
Las inquietudes en torno a los impactos adversos hacen que los riesgos nucleares incumplan el criterio de no causar un perjuicio significativo (DNSH) del SFDR de la UE, que establece que una actividad económica, incluso aunque se considere sostenible, no puede definirse como tal si se determina que socava cualquier otro objetivo de la Taxonomía. Debido a estas reservas, el grupo de expertos de la Comisión Europea finalmente no pudo recomendar de inmediato la inclusión de la energía nuclear en la Taxonomía. A petición de la Comisión Europea, un segundo informe sobre el aspecto de no causar un perjuicio significativo de la energía nuclear, realizado por el Centro Común de Investigación, elaboró otro conjunto de conclusiones detalladas que en general fueron positivas para la energía nuclear con respecto a los principios de no causar un perjuicio significativo.
El papel de la energía nuclear en la Taxonomía es respaldar la transición, no ser su centro
El Reglamento de Taxonomía de la UE establece tres categorías de actividades sostenibles: bajas en carbono, de transición y habilitadoras. Es importante apuntar que la energía nuclear se considera una fuente de energía de transición, lo que contribuye al objetivo de la Taxonomía de mitigación del cambio climático. La idea de la UE es que puede ayudar a cerrar la brecha entre un sistema energético basado en combustibles fósiles y otro basado en energías renovables, facilitando el despliegue de energías renovables, sin obstaculizar su desarrollo. Así pues, su inclusión en la Taxonomía aparentemente está destinada a ser solo por un tiempo limitado: no se aprobarán nuevos proyectos de centrales de energía nuclear después de 2045, aunque las plantas en funcionamiento en esa fecha podrán continuar funcionando hasta que sean desmanteladas.
La energía nuclear también estará sujeta a condiciones específicas, que se describen en un conjunto de criterios de control propuestos por la Comisión Europea y que abarcan diversidad de requisitos relacionados con planes detallados de desmantelamiento, revisiones integrales de seguridad, eliminación segura de residuos y cumplimiento estricto de la normativa local, entre otros aspectos. El reglamento es claro en cuanto a que, si bien contribuye al objetivo de mitigación del cambio climático, no se puede determinar que la energía nuclear cause un daño significativo a ninguno de los otros cinco objetivos medioambientales de la Taxonomía. Su papel en la transición, desde la perspectiva de la Comisión Europea, es ser un actor secundario en el cambio hacia las energías renovables, no el protagonista.
La energía nuclear ya forma parte importante de la cesta de electricidad en algunos países europeos. Francia la ha adoptado como fuente de energía y le confía hasta el 70% de su generación de electricidad;10 el Reino Unido espera aumentar aún más su capacidad, hasta el 25% de la generación total de electricidad11 , con una serie de proyectos a gran escala en fase de tramitación. El sello verde de aprobación de la energía nuclear de la UE también puede conducir a cierta expansión de las oportunidades para los inversores sostenibles en Europa. Ya estamos asistiendo al surgimiento de "bonos nucleares verdes" con los que los proveedores de energía buscan financiar proyectos nucleares con dinero destinado específicamente a proyectos respetuosos con el medio ambiente.
Sin embargo, es probable que el impacto de la energía nuclear en el mercado de inversión sostenible en general sea bajo por el momento. Aunque el camino hacia la financiación de proyectos nucleares está más claro que antes, las opiniones sobre la energía nuclear y sus credenciales sostenibles siguen divididas. En particular, Alemania mantiene en gran medida su oposición históricamente firme a esta fuente de energía y numerosos inversores compartirán esa opinión. Para quienes deseen plantearse incluir la energía nuclear como parte de una asignación sostenible, las opciones se ampliarán, pero, dado que numerosos gestores de activos operan de acuerdo con los marcos de exclusión internos y las preferencias de los inversores, la decisión de la Comisión no necesariamente generará cambios a menos que los inversores los deseen. En el futuro, será clave la transparencia sobre cómo y por qué los gestores de activos podrán incluir la energía nuclear en sus carteras y cómo se implicarán con las empresas acerca de temas relevantes.
Las opiniones son difíciles de reconciliar y es probable que así siga siendo
En última instancia, si bien existen pruebas claras que respaldan el argumento a favor del papel de la energía nuclear en la transición energética y, por tanto, en la taxonomía verde, también existen argumentos en contra válidos. La energía nuclear puede ser una de las soluciones más efectivas de que disponemos para llevar a cabo la vital transición a una economía baja en carbono y para mitigar los efectos cada vez más destructivos del calentamiento global. El riguroso marco legal que rodea a la energía nuclear como fuente de energía que ha elaborado la Comisión Europea es una garantía tranquilizadora y constituye el mejor modelo de su clase. Sin embargo, es poco probable que desaparezca toda la polémica que rodea a la energía nuclear, lo que no debería convertirse en una distracción de la necesidad de invertir en energías renovables y otras vías hacia la descarbonización del sistema energético.
1 https://pris.iaea.org/PRIS/WorldStatistics/NuclearShareofElectricityGeneration.aspx
2Enlace a páginas web de información sobre el SFDR
3Comisión Económica de las Naciones Unidas para Europa, ‘Life Cycle Assessment of Electricity Generation Options’ (2021)
4 Grupo de expertos técnicos de la Comisión Europea
5 Global Carbon Atlas
6 Proyecto Drawdown
7Evaluación técnica del Centro Común de Investigación de la energía nuclear con respecto al criterio de "no causar un perjuicio significativo" del Reglamento (UE) 2020/852, "Reglamento de Taxonomía" (2021)
8Comisión Económica de las Naciones Unidas para Europa, ‘Life Cycle Assessment of Electricity Generation Options’ (2021)
9Evaluación técnica del Centro Común de Investigación de la energía nuclear con respecto al criterio de "no causar un perjuicio significativo" del Reglamento (UE) 2020/852, "Reglamento de Taxonomía" (2021)
10 Foro Económico Mundial
11 Estrategia de seguridad energética del Reino Unido (abril de 2022)
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