Es posible que un intenso calendario de emisiones mantenga elevada la volatilidad en los mercados de bonos, pero un conjunto de oportunidades ampliado debería, en última instancia, consolidar el papel de los bonos verdes en una cartera multiactivo
Decir que los mercados de bonos han tenido un año volátil sería casi un eufemismo. En un contexto de inflación en máximos de varias décadas, el extremadamente agresivo ciclo de subidas de tipos de los bancos centrales ha dejado pocos lugares que ofrezcan refugio en la gama de la renta fija. Ahora que empiezan a surgir grietas en las perspectivas de crecimiento en toda Europa, es posible que estemos más cerca del final de este ciclo de subidas que de su inicio. No obstante, si bien muchos participantes en el mercado verían con muy buenos ojos una pausa de las subidas de tipos en 2023, los inversores en bonos soberanos todavía tendrán que adaptarse a la dinámica de la oferta y la demanda que se presenta muy diferente en términos históricos.
Préstamos inflados
Se avecina una mayor emisión de deuda y los gobiernos de toda Europa anuncian importantes planes de gasto para ayudar a suavizar el impacto de la crisis energética. Alemania se comprometió a realizar grandes gastos y lanzó un paquete energético de 200.000 millones de euros a finales de septiembre. Se espera que el conjunto de medidas energéticas de Francia contribuya a un aumento récord de la deuda pública de 270.000 millones de euros el próximo año. Entre tanto, en Italia, la nueva primera ministra Giorgia Meloni también avista ya un aumento del endeudamiento. El programa de garantía del precio de la energía del Reino Unido podría reducirse a partir de abril de 2023, pero los planes de apoyo exigirán, no obstante, decenas de millones de libras en préstamos.
El lado de la demanda de la ecuación es de igual importancia para los mercados de renta fija. Parece estar aumentando el apoyo dentro del consejo de gobierno del Banco Central Europeo para empezar a reducir el balance. En el Reino Unido, cuando la emisión aumentó por última vez durante las primeras etapas de la pandemia, el Banco de Inglaterra estuvo dispuesto a absorber 290.000 millones de libras en deuda pública británica. Ahora, los planes actuales del banco contemplan una reducción de sus posiciones en deuda pública en un total de 80.000 millones de libras en el transcurso del próximo año.
La gran cuestión
En este contexto de aumento de la oferta de bonos y disminución de la demanda, los gobiernos se verán obligados a reflexionar detenidamente sobre su estrategia de emisión. Es probable que los mercados de bonos verdes sean un área de especial atención. Está claro que no puede financiarse todo el gasto público con bonos verdes, ya que solo pueden emitirse para recaudar fondos con el objetivo de abordar los desafíos medioambientales. Sin embargo, dado que la invasión rusa de Ucrania proporciona un nuevo incentivo para que los gobiernos europeos aceleren la transición energética y mejoren la seguridad de la energía, no faltan proyectos que podrían financiarse a través de esta nueva vía.
Para los gobiernos, este enfoque alberga ventajas obvias. La primera es una fuerte demanda: la emisión de bonos verdes soberanos ha sido muy bien absorbida por el mercado en los últimos dos años, con una demanda de asignaciones típicamente varias veces mayor que la emisión disponible y, a menudo, más fuerte que la demanda de bonos convencionales. La segunda ventaja es la base de inversores: las sindicaciones de bonos verdes han registrado generalmente una mayor demanda de inversores, como fondos de pensiones y compañías de seguros –y, por tanto, prestamistas de capital más estables–, que las sindicaciones convencionales, donde los inversores con plazos más cortos suelen jugar un papel más importante. La tercera es el precio: a diferencia de sus contrapartes tradicionales, los bonos verdes tienden a negociarse con una prima verde ("greenium"), tanto en los mercados soberanos como corporativos, lo que permite a los emisores financiar proyectos verdes a un coste de capital marginalmente más bajo.
La perspectiva de grandes cantidades de oferta entrante es algo que pocas veces alegra a los inversores, pues pasa por alto el hecho de que esta emisión debería contribuir en gran medida a abordar una de las deficiencias clave del mercado de bonos verdes. Si bien el Reino Unido y varios países del continente, incluida Alemania, han declarado sus intenciones de crear una curva de tipos verde, la oferta actual de bonos soberanos verdes está aún lejos de lograr este objetivo. La mayoría de los emisores europeos tienen actualmente solo unos pocos bonos en circulación y la emisión verde más reciente del gobierno del Reino Unido es solo su tercera incursión en este espacio. En el sector supranacional, la Unión Europea está preparada para convertirse en uno de los mayores emisores verdes del mundo en los próximos años, para financiar el Fondo de recuperación. No obstante, también tiene actualmente solo tres bonos verdes en oferta, con vencimientos que van desde 2037 hasta 2048. A medida que el mercado de bonos verdes madure, un conjunto de oportunidades ampliado que ofrezca una mayor flexibilidad a los inversores será un requisito clave.
Si bien el aumento de la oferta puede conllevar ventajas tanto para los emisores como para los inversores, sigue estando justificado un elemento de precaución. Como siempre cuando se trata de invertir en bonos verdes, sociales o sostenibles, el escrutinio a escala de valores individuales será clave para el éxito. ¿Puede el emisor demostrar un vínculo claro entre los ingresos de los bonos y el proyecto previsto? ¿Contienen los convenios de los bonos objetivos medibles y específicos para el éxito? ¿Y cambiará el bono sustancialmente la posición de un emisor en relación con su posición actual? Solo aquellos bonos que cumplan estos criterios merecen formar parte de la cartera de un inversor en bonos verdes.
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